La entereza de lo insignificante.
Hoy una sensación amordaza mi existencia, no encuentro cabida de mí mismo, mi ser se desborda sin contenerse en su propio rótulo. Cada vez que me recuerdo me veo reflejado en insignificancias, son señales disfrazadas de coincidencias, que frente a este prisma que llevo como sentido, le da sonido y resuena con-mi-ego, digo conmigo. De topetazo en topetazo avanzo, me impulsan amoroso en cada golpe, ya que más da si pega o besa, es inherente al camino. Parecen pasos torpes de bebe, desplazándose sin temor a caer, en consecuencia llora y/o se levanta, pero no habla, porque no enmarca nada; sin duda sin esperanza de no caer, no alcanza a decir un paso a la vez, no quiero caer en alegoría, pero en cada paso en oscuridad, la vida me da donde pisar.
Es tan insignificante que me hace contemplarlo en todas partes, la vida se volteo descontrolada, no estoy seguro si era yo el volteado porque me siento desorientado. En mi quedan restos de un espiral extendido en dos D, siento como vuelvo atrás, sé que es una ilusión de cuando no encuentro la perspectiva de disfrutar el sazón.
Aquella flamante entereza me entrega en cada bocado algo inefable sin agrado ni desagrado.